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La noche del viernes fue la de la nostalgia. Entre
inundaciones, barriales y chaparrones, una nueva noche de la nostalgia pasó al
recuerdo. ¿O al olvido?
El sábado amaneció mojadísimo. Evacuados y autoevacuados,
entre embarrados regresantes de la noche florida.
Cada creciente sirve para que los aguerridos militares
pasen de denunciados violadores de los derechos humanos, a héroes de los
desposeídos. Sólo por trabajar dentro de sus horarios, en base al dinero
provisto por la sociedad a la que deben proteger. Así cualquiera. Pero buéh…
después de escuchar cómo torturó, violó y secuestró nuestra soldadesca, no deja
de ser tranquilizador verla haciendo mudanzas de los más pobres. Que la actitud
de los militares no sea temporal. No sea que el temporal de agua pase, y vuelva
aquél de hacer buena letra con los oligarcas y los yanquis. Dios libre y
guarde, que nadie está libre, mire.
Llegó la noche sabatina, y entre giro y giro de la calesita
citadina calle Carlos Gardel al fondo, Paso Viejo, rambla, prado, calzada…
hicieron sus giros los sacrificados recolectores. A ellos nadie los tilda de
héroes. Eso que nunca secuestraron, violaron, toruraron o asesinaron como
corporación. Porque parece que eso ayuda. Ellos nos juntan la mugre porque les
pagamos para eso. ¡Qué héroes ni héroes! ¡Sólo cumplen con su deber! ¡Nada que
ver con los militares!
Aunque hay algo de heroico en la labor de los recolectores
floridenses. Correr y correr para llevarse nuestra asqueante, maloliente y
goteante podredumbre; y ver que la vía pública queda como se ve en las tomas
adjuntas, no es para personalidades débiles. Loor a los recolectores, que no
son culpables de este desquicio, y sí víctimas de ver cómo su sacrificio sirve
de muy poco. Los vecinos siguen sacando la basura a deshora, dejándola al
alcance de los perros callejeros, y los recolectores continúan obligados a
dejar montañas de bolsas repletas de sobras de comida, para que el camión pueda
parar sólo dos o tres veces por cuadra, porque los coordinadores de guasás
antitánicos siguen sin ideas. Y los emplumados “animales políticos” no los
controlan ni les exigen.
Quizás sea hora de que alguien se deje de guasás
antitánicos, y demuestre un copito de inteligencia para racionalizar la
recolección y el depósito basural. ¡Que se les caiga una idea, che! ¡Ya que
nunca se les cae ningún sueldón! ¡A ver esos asesores! ¿Vamos a seguir nadando
en nuestra propia inmundicia, sin que se nos caiga una idea que valga la pena?
Los bailes provocaron fiebre de viernes por la noche. La
basura, fiebre de sábado por la noche. Como en los tiempos de Travolta:
“Saturday night fever”. Nostalgia pura, de los seguidores de Enciso,
fotografiados por Riva, en torno a la basura “de Giachetto”. Hace de esto…
¡casi una década! ¡Cómo pasa el tiempo, ché! ¡Aquéllos sí que eran basurales!
FLORIDADIARIO
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