La mañana está despejada en Florida. La
niebla se disipó y el cielo aparece de un color azul intenso, aunque el aire
fresco de la mañana todavía se hace sentir. Bajo el techo de la estación Sintel
los empleados de la Ancap se protegen con sombreros y camperas holgadas y
aprovechan a guardar sus manos en los bolsillos en cuanto tienen una pausa en
el surtidor.
Mañana se cumplen 15 días desde que
Milvana Salomone se detuvo bajo este techo a cargar combustible. "Cargó
ahí, ¿ves?", indica Danis, el empleado que atendió a la médica la tarde
del domingo 17 de mayo.
"No hay mucho que contar", dice
con el mate en la mano, mirando hacia el surtidor vacío por la ventana de la
pieza en la que cumple su media hora de descanso. "Llegó, la atendí, me
pidió 1.000 pesos de nafta premium, entró, salió, me pagó y se fue".
Levanta la mirada y pregunta con los ojos bien abiertos: "¿Se sabe algo
nuevo?".
Al recibir un "no" por
respuesta, mueve la cabeza de lado y ceba otro mate pensativo. "Ella es la
que aparece en el video", dice señalando a su pareja, sentada a su
costado, quien realiza tareas de limpieza en el autoservice de la estación. En
la filmación de las cámaras de seguridad que fueron divulgadas por la Policía
se distingue a una mujer lavando el piso mientras la médica hace las compras.
"Me acuerdo que había re poquita
gente y habíamos estado charlando con Susana, que era la cajera, porque esa
tarde era el clásico", rememora en diálogo con El País y agrega mirando a
su pareja: "Hay gente que dice que se cambió, pero no hay lugar para
cambiarse, yo no la vi cambiarse, para mí que se ató un saco", y se para
complementando su hipótesis con un ademán como si pasara las mangas de un buzo
alrededor de su cintura.
Consultados sobre si recuerdan si estaba
con alguien o había alguien que la observara, Danis se encoge de hombros y vuelve
a aquella tarde: "No, yo le lavé el vidrio y de adelante no vi a nadie.
Ella tenía vidrios negros, no sé si había visto si hubiera habido
alguien atrás pero no parecía", y su
señora agrega: "Si hubiera estado con alguien no entra a comprar así de lo
más tranquila, buscaría algo para defenderse".
Adentro, en la caja cerca de la puerta,
Susana cuenta boletas sin muchas ganas de volver en la memoria hacia aquella
tarde. "Es horrible, te da rabia por el niño", dice casi en un
murmullo sin levantar la mirada. Ella también tiene un hijo y se imagina lo que
sería pasar por algo así.
Junto a su compañera, detallan que
Milvana compró cinco cosas: merengues, nueces, garrapiñada, pasas de uva y
sándwiches. Susana entró a trabajar hace un año y nunca imaginó que atendería a
alguien que desaparecería. "Yo nunca la había visto", comenta con la
voz casi apagada.
OMNIPRESENTE
No hay floridense que no sepa con lujo de
detalles lo que se sabe del caso. Y cada floridense tiene su hipótesis de cómo
fue el desenlace.
Es que detrás de la calma de esta ciudad
serena, donde muchos aún detienen sus actividades al mediodía para almorzar en
su casa y dormir la siesta, donde los autos no circulan a más de 40 kilómetros
por hora y donde, literalmente, todo el mundo se conoce, la desaparición de
Milvana, (a quien muchos llaman "la hija del Bicho", en referencia al
apodo de su padre), está presente en cada reunión, charla de bar, encuentro
casual en la vereda, cumpleaños o asado familiar.
"Vos sabés que el tema siempre sale,
¿no? Está ahí latente. No hay lugar al que vos llegues donde alguien no comente
qué horrible lo que le pasó", cuenta Doris, gerente del autoservice de
Sintel.
Doris llegó el lunes 18 y encontró a la
policía revisando las imágenes de las cámaras con la foto de Milvana en la
mano. No es extraño que las autoridades se acerquen a pedir colaboración para
aclarar un caso, pero hasta ahora siempre había sido un robo.
"Pensé que sería igual, nunca creí
que se alargara tanto. Uno escucha historias así y no te mueve, pero ver que es
alguien conocido, que le pasó a gente de acá...", abre grande sus ojos
oscuros, levanta los hombros y hace una pausa: "Es horrible,
horrible".
Esa mañana, cuando llegó la Policía todos
los que estaban debieron ver la foto y contar qué recordaban. La exposición en
los medios también despertó el humor de algunos clientes: "Tenemos que
andar cautelosos acá ahora porque estamos de moda", dijo un parroquiano.
Un colega de la médica asegura cada vez
que llega a Montevideo por el camino que hizo Milvana recuerda el caso.
"No me da miedo, pero me viene a la cabeza que ella pasó por donde yo voy.
Estoy manejando y me acuerdo de ella".
Sin videos.
En el peaje de Mendoza, a pocos
kilómetros, no sienten que el caso los toque de cerca. "Qué tanto Florida,
si ella vivía en Montevideo; el tema no fue en Florida, fue allá, averiguen
allá", se queja un funcionario, quien recibió la llamada de la Policía el
domingo 17 de noche preguntando si había visto pasar la camioneta.
El peaje tiene cámaras que se ven a
simple vista pero, según el funcionario, se activan solo si el sistema detecta
una irregularidad en el cobro. "Si los sensores captan que alguien pagó
menos la cámara saca una imagen para registrar la irregularidad pero no son
cámaras de videovigilancia que estén filmando permanentemente como en otros
peajes", cuenta.
Para ellos la preocupación no está en si
la doctora pasó o no, sino en que "no vengan a robar", dice otra
funcionaria. Por eso no quisieron contar que no había cámaras filmando.
Esta semana un popular almacenero de
Florida recibió dos heridas de bala mientras lo robaban. Su caso viene a la
mente de los floridenses cuando hablan de Milvana para concluir que
"Florida está bravo".
"SI ALGUIEN HUBIERA VISTO ALGO ACÁ, SÉ QUE LO
DIRÍA"
Doris Rodríguez, gerente de Sintel
estación Ancap, cree que hay algo que todavía diferencia a Florida de
Montevideo y es que la población no siente miedo a la hora de dar un dato que
ayude a la policía a resolver un caso. "Yo sé que si cualquier empleado de
acá hubiera visto algo lo diría, estoy segura, porque en el interior no tenemos
todavía ese miedo a dar datos que tienen en Montevideo. ¿Por qué nadie dice
nada? En Montevideo alguien tuvo que haber visto algo, ¿por qué no dicen nada?
Porque tienen miedo, eso acá todavía no pasa", asegura.
PÁGINA DE FACEBOOK MUEVE A MILES
Más de 9.000 personas se unieron en solo
24 horas a la página de Facebook "Buscando a Milvana", creada para
facilitar a que el público aporte datos sobre la médica desaparecida.
La cuenta incluye tres fotos de la
doctora donde se la ve en distintas situaciones: leyendo un diario en una plaza
con lentes de sol, sonriendo vestida de fiesta y sentada en un café con el
celular en la mano.
La página incluye una carta en la que
describen detalles físicos y de la personalidad de Milvana Salomone. El texto
comienza diciendo que el 6 de junio (dentro de una semana exactamente) la
médica cumplirá 48 años, y que es de estatura media, tiene ojos y cabello
negros, "es amable, gentil, alegre" e "irradia mucha energía".
El texto también destaca condiciones
suyas como profesional que se dedicaba atentamente a sus pacientes.
"Milvana es médica por vocación y por su especialidad, que es la
ginecología, atiende a muchísimas mujeres que la adoran y respetan. Basta con
tratar de conseguir una hora para su consulta, que debe ser de las más
solicitadas de los centros en donde trabaja", precisa la carta difundida.
Desde la red social cientos de usuarios
han escrito mensajes de apoyo y solidaridad con la búsqueda. Entre ellos,
decenas de mujeres recordaron cómo la médica las ayudó a traer a sus hijos al
mundo, incluso publicaron fotos del momento del parto donde se ve a la médica
floridense con gorra, mascarilla y guantes entregando un bebé recién nacido a
la flamante madre.
En la misma línea, pacientes que se
atendían con la especialista han lamentado interrumpir la atención con ella.
"Hoy por hoy estoy en la ciudad de Florida a la deriva sin médico
responsable cursando mi séptimo mes de gestación", lamenta una mujer en la
red social y se refiere a la doctora como "maravilla de ser humano".
EL PAÍS DIGITAL