Del
Luis Suárez del mordisco a Giorgio Chielini o del que protagonizó aquel
incidente con tintes racistas con Patrice Evra sólo queda el recuerdo; en un
año en el Barcelona ha podido reconciliarse con el fútbol para acabar siendo
uno de los héroes de la final de Champions en la que el Barça se hizo con el
triplete.
Durante los cuatro meses que estuvo
sancionado por la FIFA, a causa del mordisco mundialista a
Chielini, Suárez tuvo la ocasión de mantener la distancia y tener una
perspectiva de lo que era el Barça, el equipo que había invertido 81,5
millones de euros en su fichaje y en el que todo gira alrededor
de Leo Messi.
Desde el primer día, Suárez ha tejido
una magnífica complicidad con Messi y con Neymar. La química ha sido
tal que entre los tres han batido todos los récords hasta el punto de anotar
122 goles desde el inicio de temporada.
La historia de Suárez es una aventura de
encuentros y de desencuentros en la que su mujer, Sofía Balbi, siempre ha
tenido un papel protagonista. Miembro de una familia numerosa, Suárez, que
empezó trabajando de barrendero para ayudar a la complicada economía familiar,
encontró en Sofía el motivo para huir de un entorno complicado y lo consiguió
gracias al fútbol.
Con 15 años se enamoró de una rubita dos
años más joven y en un par de meses, los Balbi hicieron las maletas y, huyendo
de la crisis, dejaron Montevideo y se instalaron en Castelldefels (Barcelona).
Desde entonces, Luis emprendió un viaje
futbolístico que ha acabado en Barcelona. Primero fichó por el Groningen
holandés, después el Ajax de Amsterdam y fue en Anfield (82 goles en 133
partidos) donde explotó con el Liverpool.
Luis Suárez era de los que en sus días
libres viajaba desde Holanda o desde Inglaterra al Camp Nou para ver los
recitales de Ronaldinho en el equipo de Frank Rijkaard.
En un año, a Luis Suárez le ha
cambiado la vida. Llegó al Barça con el aura de goleador, de máximo goleador,
pero con la duda sobre qué rendimiento ofrecería después de aquel episodio
mundialista con Chielini.
Uno, Suárez, no habla del asunto; el
otro, Chielini, no tiene inconveniente. De hecho, el italiano no tuvo problemas
en perdonar la acción del uruguayo desde el primer momento y ahora está
dispuesto a que todo quede en el olvido. "Será un placer encontrarlo
de nuevo, porque así vamos a dejar de hablar de lo que pasó en el Mundial. Es
un asunto cerrado y seguro que para él también lo es", dijo el defensa
antes de confirmarse su baja en la final.
La relación entre Suárez
y Patrice Evra es más compleja y viene de más lejos. Se remonta a
octubre de 2011, durante un partido entre el Liverpool y el Manchester
United.
Tras aquel partido, Evra, hijo de un
diplomático senegalés y de madre de Cabo Verde, denunció que durante aquel
encuentro, Suárez utilizó insultos de tinte racial a su persona durante al
menos diez ocasiones.
A consecuencia de aquella denuncia de
Evra, la Federación Inglesa de Fútbol (FA) decidió suspender a Suárez con
8 partidos y aplicarle una multa de 40.000 libras esterlinas.
Ese fue el primer incidente, el segundo
se produjo en febrero de 2012. El Liverpool visitaba Old Trafford y la acción
se produjo durante la presentación de los equipos.
Suárez, dolido por el episodio anterior,
le negó el protocolario saludo a Evra. Cuando el árbitro puso fin al primer
tiempo, Evra intentó agredir a Suárez. Al término del partido, que
concluyó con victoria del United, Evra fue a celebrar el triunfo al lado
de Suárez.
De aquel episodio han pasado tres años,
del Mundial ahora se cumplirá el primer aniversario. En ese tiempo, el fútbol
ha descubierto a un nuevo Suárez, un tipo solidario en el juego que este año no
ha parado de asistir a sus compañeros, especialmente a Neymar.
En una temporada que para él ha durado
siete meses, Luis Suárez ha marcado 25 goles y repartido 17 asistencias.
Junto con Messi y Neymar forman el mejor
tridente ofensivo de la historia del fútbol (122 goles entre los
tres), una relación magnífica en el campo y fuera de él. En el Camp Nou, Luis
Suárez se ha redimido.
EUROSPORT
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