domingo, 29 de junio de 2014

Fútbol: una democracia gobernada por una monarquía

Joseph Blatter, el último monarca de la FIFA.
Que el fútbol es un deporte hermoso pocos humanos lo niegan.
Considerándolo como un espectáculo, posee colores, formas, plástica, sonidos, que le dan un sesgo artístico. Es arte vivo, cambiante aun dentro de las fronteras un poco estáticas de sus reglas, pero estimulando la creatividad, la habilidad, la inteligencia…Para mí el futbol es algo así como una expresión artística siempre contemporánea.
Pero, además, visualizándolo estrictamente como una contienda deportiva, es uno de los deportes más democráticos que conozco.
No es exclusivo ni elitista. Al futbol se puede jugar tanto en los países más ricos como en los más pobres… Su práctica está habilitada para todos los estratos de cualquiera de las estructuras sociales del planeta Tierra, independientemente de su poderío económico o político.
Tampoco es excluyente. El futbol no excluye de su práctica a nadie por ningún motivo: ni físico, ni religioso, ni filosófico. Lo practican los bajos, los altos, los de físicos bien desarrollados, los más débiles, los hombres, las mujeres, los católicos, los musulmanes, los creyentes, los ateos, los de tez blanca, los de tez oscura… Y lo mas importante aún, es que en su práctica efectiva se mezclan sanamente muchas de aquellas cosas que separan a los humanos fuera del perímetro de una cancha de futbol: tanto sean compañeros como rivales, los jugadores no enfatizan esas diferencias entre si sino que –simplemente- no las tienen en cuenta. Y si algún desborde se desliza, en la gran mayoría de los casos es por la pasión de la contienda.
Siendo el futbol un deporte colectivo, como en un alarde genial de la ingeniería humana, esos valores a priori tan contradictorios como discriminantes fuera de una cancha, se amalgaman y potencian más aun dentro de la misma. Todo en búsqueda de un triunfo, una meta tan efímera en tiempo y espacio, que por estos días de Mundial puede tener una repercusión a nivel planetaria pero a veces a una escala tan pequeña como la gloria en el barrio del cuadro la tarde después del triunfo…
Por eso siempre me gustó el futbol. Un deporte que democratiza los seres humanos que lo practican. Porque les pasa el rasero de la igualdad entre los humanos, remarcando el mensaje de que cada uno descollará en función de sus habilidades personales pero puestas al servicio del colectivo.
Por estos conceptos y muchos más el fútbol es el deporte universal por excelencia. En especial, porque todo el Mundo puede entenderlo porque gran parte de ese Mundo alguna vez pateó una pelota aunque más no fuera en el recreo de una escuela en el lugar más remoto de la Tierra. O sea, es un deporte opinable por ser conocido.
UNA VIEJA MONARQUÍA
Lo paradójico, en mi opinión, es que este deporte tan democrático sea gobernado por una monarquía establecida hace ya muchos años, en la cual se traspasan el sillón, el cetro y la corona unos pocos privilegiados que se mueven por el Mundo con su séquito de obsecuentes. De Sir Stanley Rous a Joao Havelange, de este a Joseph Blatter, y… ¿quién será el próximo?
Monarcas omnipotentes, que lucran con el deporte en su propio beneficio y/o en el de poderosos sectores privados del campo de la financiación, los medios de comunicación, marcas de bebidas, de automóviles o de galletitas… Del poder a la corrupción, obvio, hay un paso muy pequeño.
Y la FIFA no escapa a la tentación de establecer una mínima sospecha especialmente cuando su propio presidente Josehp Blatter la define como “una organización sin fines de lucro” (textual) !!!
La FIFA se lleva bien con el imperialismo de todo corte. El futbol –el que juegan la mayoría de los humanos en todas las canchas- sigue por suerte aferrado a aquella idea quizá romántica de la competencia sana en igualdad de condiciones, tanto sea amateur como profesional.
Pero no hay monarquía (por mas absolutista y autoritaria que sea) que algún día no sea derribada por el pueblo de a pie. La Historia de la Humanidad está plagada de ejemplos en ese sentido…aunque aún pervivan algunas monarquías que se pasean por el Mundo en carruajes y visten sus rancios trajes que apenas logran cubrir las procacidades, sus inmundicias, y también las cicatrices que la propia Historia les ha marcado.
La puesta en evidencia de la podredumbre de la FIFA ha sido quizá, fuera de lo estrictamente deportivo, lo que más ha quedado en evidencia en estos días, multiplicado por la difusión mediática del campeonato del Mundo de Brasil.
La sanción hacia Luis Suarez que fue autodefinida como ejemplarizante por la monarquía de FIFA y sus oportunistas y adláteres tan desleales y corruptos como aquellos, será el bumerang que la Historia un día les devolverá con la violencia y la precisión de un remate del salteño para cobrarle sin piedad ni contemplaciones las deudas contraídas…
NÉSTOR VAZ

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