jueves, 25 de abril de 2013

Los 100 años de Peñarol de Florida

Con la austeridad que imponen las actuales circunstancias, el Club Atlético Peñarol llegó el pasado 13 de abril a sus cien años de vida deportiva. Ante la desafiliación del Deportivo Sarandí del fútbol floridense (pasando a militar al de Durazno) los aurinegros han pasado a ser los decanos absolutos del balompié departamental, distinción que ya tenían en la órbita de la Liga Capital, donde superan a Nacional (marzo de 1914 y a Atlético Florida (octubre de 1922).
CIEN AÑOS DE LUCHA
Ha sido, fundamentalmente, una centuria con notorios altibajos, dado que la actual modestia que rodea las actividades de la institución en todos los órdenes se contradice con un pasado esplendoroso, que por varias décadas del pasado siglo la mantuvo indiscutiblemente al tope de las actividades competitivas del medio. Al punto de que al momento de la obtención de su último título en un torneo oficial de la divisional A (en aquellos tiempos denominado torneo Departamental) duplicaba los lauros sumados de Atlético Florida y España, los clubes que escoltaban al carbonero en el palmarés floridense. No existen en el historial de nuestro fútbol (y difícilmente se puedan encontrar a nivel del interior profundo) ejemplos de una caída tan abrupta de una institución deportiva, que pasara de ser notoriamente dominante a la orfandad casi absoluta. Lo que, en parte, no deja de tener sus rasgos admirables, desde el momento en que el club ha sabido mantenerse vigente. Para algunos ya es una especie de estado vegetativo artificial y terminal, del que habría que desconectarlo para que deje de sufrir y duerma en paz sobre su pasado de glorias.
QUIJANO, LA DICTADURA Y EL FÚTBOL
Pero a lo largo de estas casi seis décadas sin títulos importantes, donde ha sido habitué de las divisionales del ascenso y muy de tanto en tanto ha vuelto a aquella divisional A donde supo ser por mucho tiempo el rival a vencer para todos, siempre ha habido gente que se ha negado firmemente a aplicarle la eutanasia competitiva. Que ha arrancado cada temporada a sabiendas de que será otra rutinaria cadena de derrotas deportivas y balances económicos en rojo. Pero, quizás inspirados en aquella célebre frase del político uruguayo Carlos Quijano quien camino al exilio desafió a la dictadura con un profético hemos vivido lo suficiente para saber que julio pasa y siempre vuelve setiembre, y que las derrotas nada cuentan si nuestro espíritu no se ha dejado derrotar por ellas, se ha mantenido porfiadamente decidida a que Peñarol de Florida no deje de existir. Seguramente porque también la partida de nacimiento del carbonero lugareño (legítimamente inscripta el 13 de abril de 1913) establece fehacientemente que ya en esos tiempos habían clubes creados a imagen, semejanza y con el mismo nombre del Peñarol capitalino, contradiciendo la tesis del Club Nacional de Fútbol de que dicha institución pasó a llamarse así a partir de diciembre de 1913.
ESPERANDO LA PROFECÍA
Fuera de divagaciones, historias y contradicciones, lo cierto es que Peñarol llegó a su primer siglo y ello debería ser motivo de orgullo para todo el fútbol floridense, el que tendría que asociarse al hecho, por ejemplo, dándole su nombre al torneo más importante de la temporada. Un saludo para la escasa pero valiosa gente que hoy ocupa la trinchera aurinegra esperando que se cumpla la profecía que aparece en el arranque de este artículo, un recuerdo para El Viejo, que amó a esos colores casi tanto como a su familia y gracias por su tiempo, estimado lector.
José Martínez Cayaffa (El Heraldo)


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