lunes, 14 de enero de 2013

Florida albirroja, cosa del fútbol


No fue por mandato divino que Florida se volvió roja y blanca, pero se volvió, y a esta altura lo es hasta la médula. Una bandera bastante grande flameando en los accesos a la ciudad se lo anticipa a los forasteros, casi tanto como la Virgen de los 33 que tiene a un lado, haciendo saber que el pago es, además, oficialmente iconódulo. Alcanza luego con estar en la aldea para confirmar que ésta es albirroja, porque en cuanta disciplina compita, Florida lo hace con esos colores. El logo de la intendencia, que antes tenía el monumento a la Independencia y ahora se asemeja a una flor, también era y es rojo y blanco. Por ende, hasta en los camiones recolectores uno se topa con esa combinación cromática. Más aún cuando la selección de fútbol viene con rachas sureñas: embanderan el centro, tal como en vísperas de 25 de Agosto embanderan las cercanías a la Piedra Alta.
El porqué del rojo y blanco no tiene documentos y hasta hace un mes se desconocía casi por completo el origen. Éste, todo lo indica, es paraguayo. Sucede que la bandera de Florida es una gurisa de 22 años apenas. Nació roja y blanca porque ya estaban “instalados” los “colores deportivos”, como admitió al ser consultado para esta investigación el escritor José Pedro Galain, uno de los miembros del jurado que evaluó los cientos de proyectos que se presentaron en el llamado que la Junta Departamental hizo en 1990.
Los “colores deportivos ya instalados” tenían seis décadas en 1990 y surgieron con el fútbol. El rojiblanco en franjas verticales se usó por primera vez en octubre de 1930 en la Copa Nacional que se jugó en Montevideo. Florida debutó con Artigas y ganó 7-0 en el estadio de Belvedere, donde apenas 20 años atrás había surgido justamente la otra gran camiseta que todo floridense y de todos -siguen los gentilicios de cada uno de los pagos de la Banda Oriental del Uruguay-, la celeste.
Hasta 1929, al menos desde 1924, la selección había sido rojiverde. Esta misma investigación permitió descubrir que antes había tenido, al menos, otra camiseta: roja, verde y negra: los colores del hoy forzosamente floridense El Tanque. Después, entre 1953 y 1962, Florida tuvo una camiseta blanca con dos delgadas franjas rojas horizontales y una F en el pecho. Pero el 15 de diciembre de 1962 retornó a los bastones verticales, ininterrumpidamente hasta estas horas, o casi ininterrumpidamente, porque en 1993 e imitando el diseño de la Fiorentina, se intentó un degradé que entre los jugadores “no cayó muy bien”, según recuerda un referente de aquel plantel, el gran campeón Isidro Roca.
Antes de volverse roja y blanca en 1930, Florida había jugado dos veces -en 1923 y 1924- con la selección de Paraguay. Las visitas las gestionó Fernando Abente Haedo, un médico de esas tierras que residía en éstas desde 1921. Hijo de una aristocrática familia cuyas mujeres son desde hace 300 años mayordomas y depositarias de la Virgen de Asunción, el galeno tenía una conexión indescriptible con Paraguay, al punto de que la guerra del Chaco lo encontró viajando para estar en las filas de combate. En la segunda mitad de la década del 20, Abente Haedo fue representante de la liga guaraní en la Confederación Sudamericana de Football, y en 1930 fue uno de los delegados de la selección paraguaya en el mundial que se jugó en Montevideo. La Liga de Fútbol de Florida, que tras la agonía de una crisis del año previo se sumió en un proceso de profundas variantes, poco después del mundial y sin hacer nada de ruido, volvió rojiblanca la camiseta del "combinado" local. Durante el mundial hubo gestiones para que Paraguay, ya eliminada del torneo, jugara un amistoso en Florida, pero no se concretó por muy poco.
“En casa siempre se supo que la camiseta de Florida era la de Paraguay, y que las traía el abuelo”, coincidieron en señalar Fernando y Pedro Dighiero Abente, nietos de Fernando Abente Haedo, en diferentes entrevistas hechas para esta investigación. Por algún motivo el dato no se propagó mucho más allá de la familia.
Podría tener raíz en la aparente intrascendencia del cambio de colores en su momento; o en la variante definida en medio de un proceso encabezado por el presidente de la liga, Paul Schurmann, que no era floridense, con la complicidad de Abente Haedo, que tampoco lo era. Todo eso en medio de un clima nacionalista exacerbado que se vivía por el centenario de la primera Constitución y el reciente campeonato mundial, y que aún se puede respirar al abrir los diarios nacionales y lugareños de ese año. Se desconoce.
Setenta y dos años después de aquel partido de 1930 en el que Florida se puso la camiseta paraguaya, con un jugador llamado Domingo Pelusso en el mediocampo, su doble sobrino Gerardo -otro floridense hasta la médula también- es el DT guaraní. Cosas del fútbol.
Emilio Martínez Muracciole

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