lunes, 16 de abril de 2012

Por fin, un Beatle estuvo en Uruguay


“You say yes, I say no, you say stop, and I say go, go, go. Oh no, you say goodbye, and I say hello. Hello, hello”, cantó Sir Paul McCarntey al subir al escenario en el Estadio Centenario y la ovación fue el eco que acompañó el primer concierto del ex Beatle en Uruguay.
Felicidad, entusiasmo, euforia. Un ritmo contagioso con un aire nostálgico acaparó todo el espacio. El público desde la cancha y las tribunas tímidamente comenzó a mover sus pies al compás de la música. Cualquier malestar que hubiese existido con los organizadores por algunos inconvenientes con la distribución de las entradas pasó inmediatamente a segundo plano. El momento se impuso, y ante la soberbia presencia del artista en su escenario, los espectadores aplaudieron, cantaron y aclamaron sus canciones.
McCartney se hizo esperar lo imprescindible. Una demora en el último ensayo de sonido sobre las 18:00 horas de ayer provocó, como efecto dominó, que el concierto comenzara media hora más tarde de lo previsto.
Cuando el reloj marcó las 21:00 horas, el artista subió al escenario, rompió el hielo y comenzó a cantar. Generoso con su público, no esperó demasiado para decir presente. En un castellano ensayado varias veces, y leído con apuntes sobre el escenario, McCartney saludó primero a Montevideo y luego “a todos los uruguayos”, para iniciar luego un programa de canciones que encendieron el ambiente recreando varias décadas de historia musical. La conexión entre artista y público ya estaba sellada.
Romper con la timidez del público uruguayo no es tarea sencilla. Pese a estar generalmente caracterizados por la seriedad, el ex Beatle reavivó la llama de los más viejos y empujó a los más jóvenes recreando un ambiente que olía a años setenta en pleno 2012. Los nostálgicos, y los no tanto, estaban eufóricos. Otros, menos fanáticos, apenas sí se animaban a mover sus pies y sacudir sus cabezas. La música había ganado sus cuerpos y el terreno estaba conquistado: McCartney tenía a su público en un puño. “Esta noche voy a hablar algo de español, pero sobre todo inglés, ¿OK?”, dijo el artista británico. La réplica fue unánime.
CALENTANDO EL AMBIENTE
El de McCartney quizás no sea el último megaconcierto que reciba Montevideo. Sin embargo, el condimento nostálgico del artista pegó fuerte. A fines de marzo, cuando se pusieron a la venta las entradas, no había transcurrido una hora, cuando ya no quedaba más ticket para la venta. Se fueron como pan caliente. Ese mismo espíritu quedó latente en el aire y ayer el público comenzó a llegar temprano al estadio Centenario. Los organizadores del evento colocaron imponentes tótem con información donde se indicaba el acceso a las distintas puertas habilitadas para entrar al estadio Centenario.
En las filas que fueron formándose, la gente fue preparando sus gargantas para acompañar las canciones del artista. Para darle más color al encuentro no faltaron los vendedores ambulantes con camisetas, stickers y otros recuerdos con la estampa de McCartney para perpetuar el recuerdo. La espera para el comienzo del evento dio para más. Algunos grupos de activistas aprovecharon e hicieron propaganda de sus reivindicaciones, como un grupo que está en contra del aborto que repartió folletos. Otros hicieron su enero vendiendo comida al paso o tortas fritas. 
CANTOS EN RONDA
Mientras dentro del estadio la gente disfrutaba con la energía y la potencia que irradió McCartney sobre el escenario, afuera otros con solo oír su voz se contentaron. Varios grupos de personas montaron literales campamentos en las inmediaciones al estadio Centenario. Algunos ocultos entre los árboles del parque Batlle no medían su entusiasmo. Disfrutaron a su manera del evento.
En rondas palmeaban, cantaban. Algún audaz incluso bailó. Situación parecida se vivió en la explanada de la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM) donde se concentró otro importante número de personas. La “beatlemanía” había copado también el centro de la ciudad.
El Observador

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